Guerra y amor
Al que entre mis letras se esconde
y me responde en fenómenos.
Ese que alberga en mí
y le tiene al mundo miedo,
el mismo miedo que siento,
y que por eso intangible es.
Al que corrió sobre el Pegaso,
y lo encerró en el universo,
el que nació con el viento
y en tempestad se deja sentir,
el que inventó la palabra Soledad
sólo para estar junto a mí.
A ése le digo, ¡hazte carne de una vez!
Levántate entre el polvo de mis sueños,
y mira mis brazos extendidos
que cansados de esperarte se han deformado.
Mira la puerta de mi boca, pues ella
te pronuncia y te trae a la vida.
Recojamos flores en cada ser humano,
hagamos reír al Sol y la Luna,
saciemos la sed de los ríos y los mares.
Transformemos al imposible en pretérito,
seamos más grandes que el arcoíris
y enseñémosle qué es realmente el color.
Y después de esto, obsérvame.
¡Cómo he envejecido esperándote!
Te he llamado desde la profundidad
y amplitud de la existencia en mí.
Te formé de mi costilla,
te deseé en mi corazón.
A ti, luz de fondo desconocido,
mi cenit, mi morder de labios,
la verdadera belleza de mi vida.
El recuerdo de mi humanidad,
el desangrar y sanar de la vida,
a ti te llamo guerra y amor.
Te llamo, y suplico en lenguas
que llegues, que nazcas de una vez.
Tócame con el brillo de una estrella,
bésame centrífugamente,
acuérdame todos los días de siempre
lo mucho que el amor aprendió de nosotros.
Prisma
Reflexiones de la vida diaria y de acontecimientos simples y cotidianos son vistos desde un ángulo humano y real. El propósito de este blog es proveerle al lector una visión alternativa a las lecciones continuas de la existencia.
miércoles, 20 de marzo de 2013
domingo, 18 de noviembre de 2012
La pregunta del amor
A veces me da lástima con el concepto del amor. Anda con una fama demasiado mala y una reputación demente, cuando en realidad no debería ser así. Vamos a definir el amor según un diccionario etimológico y el de la Real Academia Española:
La palabra amor viene del latín amor…. La palabra latina viene de la raíz indoeuropea *amma- (voz infantil para llamar a la madre), más el sufijo –or (efecto o resultado…)[1] (Del lat. Amor, -ōris).1. m. Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser.[2]
La raíz de la palabra amor sale de la misma raíz de donde sale la forma en la que llamamos a nuestras madres, las dadoras de vida. Podemos entender que nacemos en amor (por eso, enamorados). También se ve que es un sentimiento intenso del ser humano… Mi gente, si hasta los animales parecen sentirlo, ¿cómo se supone que vivamos la vida evadiéndolo?
La pregunta que les tengo es:
¿Por qué la gente dice que decirle a alguien “te quiero” es difícil o que no es algo que uno dice de la nada?
Yo no estoy de acuerdo con eso. Pero por pensar así, he tenido problemas con varias personas. Por ejemplo, en el mundo de hoy no le puedo decir a otra mujer que la quiero porque eso me categoriza como homosexual. No le puedo decir a un hombre que lo quiero porque le da miedo y jamás vuelve a salir. Claro que están los parientes, mas en la mayoría de los casos, siempre se considera a la familia como a las personas que debemos amar. Con el tiempo he descubierto que la única razón por la que tenemos amigos es porque Dios nos dio el privilegio de escoger y crear familias fuera de las líneas sanguíneas. Cuando no tenemos la obligación moral de amar a otras personas, pero aún así lo hacemos, eso representa la verdadera esencia del amor.
Yo amo a todo el mundo, y sinceramente no les miento cuando les digo esto. Es muy cierto. Mis amigos más cercanos saben que no hago nada si no hay amor en ello. Amo a absolutamente a todos mis maestros y profesores, a todos mis alumnos, mis colegas y compañeros de escuela, a mi gente de Arecibo, a los de la UPR, a los que fueron conmigo a la iglesia, a muchos que he conocido por internet, a los cerca (si no más) de 10 millones de boricuas alrededor del mundo, a mi gente de Albany (los que más trabajo me costó querer) y tantos otros (que por no mencionarlos aquí no quiere decir que los quiera de menos). Lo que quiero decir es que está totalmente bien amar a las personas.
Todavía estoy luchando por entender por qué la gente no puede quererse. Siempre escucho el famoso “no vale la pena”, “uno no puede querer así porque sí”, “se necesita mucho para eso”, “amar no es fácil”… y la verdad es que no lo creo. ¿Saben por qué? Porque amar está en nuestra naturaleza. Lo que ha sucedido es que a través del tiempo, el amor se ha comenzado a malinterpretar y confundir con otras cosas. Muchos relacionan el amor con el dolor, llanto, perdición, desilusión, entre otros demonios sueltos. La situación verdadera es que mientras miraban al amor, se les atravesó uno de los conceptos antes descritos, y esa fue la última imagen que tuvieron del amor.
El error más grande de nuestras vidas es confundir el amor con “una actividad totalmente reciproca”. Eso no es así. El amor sólo le hace bien a quien lo siente, no a quien se le proyecta. Es fácil amar a quienes nos dejan amarlos, ¿cierto? Pero, ¿y aquellos que no nos dejan amarlos? ¿O los que se pasan la vida dándonos motivos para no amarlos? Ese es su problema, pero no el nuestro. El amor no se reproduce por meiosis como nosotros; es igual que el tiempo, que por más que la gente trate de medirlo, siempre está presente, no tiene fin, no cesará de existir y jamás nos dejará solos.
Una pregunta que también quiero proponer es: ¿por qué andamos buscando motivos para amar a los demás? Diariamente no pensamos en los motivos para respirar, o dormir, o para que las células se renueven, ¿por qué esperamos encontrar las respuestas correctas para la pregunta del amor? Para los que no lo sabían, ¡no existe! Amar siempre nos hace sentirnos bien, y decirle a los demás que los amamos es algo tan esencial como vivir.
Quiero terminar este monólogo/pseudo-diálogo extendiéndome a los que seguramente están pensando que no he sufrido por amor, y que no he tenido desilusiones, y que por eso hablo como hablo. Les digo que dejen de buscar excusas. No estoy proponiendo amar con intenciones sensuales a todo ser humano. Sólo expongo y comparto (¿o explico?) que el amor es un elemento necesario para vivir en sociedad, y que para ser exitosos, tenemos que amar, y no refrenarnos cuando queremos decirle a alguien que lo queremos. Siempre trato de decirle a todo el mundo que los quiero, independientemente de la relación que tenga con ellos. Recuerden que sólo el amor nos acerca más a la divinidad de la cual salimos.
Los amo a todos,
Geñita
[1]Etimologia del amor: http://etimologias.dechile.net/?amor
[2] Amor: http://lema.rae.es/drae/?val=amor
La palabra amor viene del latín amor…. La palabra latina viene de la raíz indoeuropea *amma- (voz infantil para llamar a la madre), más el sufijo –or (efecto o resultado…)[1] (Del lat. Amor, -ōris).1. m. Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser.[2]
La raíz de la palabra amor sale de la misma raíz de donde sale la forma en la que llamamos a nuestras madres, las dadoras de vida. Podemos entender que nacemos en amor (por eso, enamorados). También se ve que es un sentimiento intenso del ser humano… Mi gente, si hasta los animales parecen sentirlo, ¿cómo se supone que vivamos la vida evadiéndolo?
La pregunta que les tengo es:
¿Por qué la gente dice que decirle a alguien “te quiero” es difícil o que no es algo que uno dice de la nada?
Yo no estoy de acuerdo con eso. Pero por pensar así, he tenido problemas con varias personas. Por ejemplo, en el mundo de hoy no le puedo decir a otra mujer que la quiero porque eso me categoriza como homosexual. No le puedo decir a un hombre que lo quiero porque le da miedo y jamás vuelve a salir. Claro que están los parientes, mas en la mayoría de los casos, siempre se considera a la familia como a las personas que debemos amar. Con el tiempo he descubierto que la única razón por la que tenemos amigos es porque Dios nos dio el privilegio de escoger y crear familias fuera de las líneas sanguíneas. Cuando no tenemos la obligación moral de amar a otras personas, pero aún así lo hacemos, eso representa la verdadera esencia del amor.
Yo amo a todo el mundo, y sinceramente no les miento cuando les digo esto. Es muy cierto. Mis amigos más cercanos saben que no hago nada si no hay amor en ello. Amo a absolutamente a todos mis maestros y profesores, a todos mis alumnos, mis colegas y compañeros de escuela, a mi gente de Arecibo, a los de la UPR, a los que fueron conmigo a la iglesia, a muchos que he conocido por internet, a los cerca (si no más) de 10 millones de boricuas alrededor del mundo, a mi gente de Albany (los que más trabajo me costó querer) y tantos otros (que por no mencionarlos aquí no quiere decir que los quiera de menos). Lo que quiero decir es que está totalmente bien amar a las personas.
Todavía estoy luchando por entender por qué la gente no puede quererse. Siempre escucho el famoso “no vale la pena”, “uno no puede querer así porque sí”, “se necesita mucho para eso”, “amar no es fácil”… y la verdad es que no lo creo. ¿Saben por qué? Porque amar está en nuestra naturaleza. Lo que ha sucedido es que a través del tiempo, el amor se ha comenzado a malinterpretar y confundir con otras cosas. Muchos relacionan el amor con el dolor, llanto, perdición, desilusión, entre otros demonios sueltos. La situación verdadera es que mientras miraban al amor, se les atravesó uno de los conceptos antes descritos, y esa fue la última imagen que tuvieron del amor.
El error más grande de nuestras vidas es confundir el amor con “una actividad totalmente reciproca”. Eso no es así. El amor sólo le hace bien a quien lo siente, no a quien se le proyecta. Es fácil amar a quienes nos dejan amarlos, ¿cierto? Pero, ¿y aquellos que no nos dejan amarlos? ¿O los que se pasan la vida dándonos motivos para no amarlos? Ese es su problema, pero no el nuestro. El amor no se reproduce por meiosis como nosotros; es igual que el tiempo, que por más que la gente trate de medirlo, siempre está presente, no tiene fin, no cesará de existir y jamás nos dejará solos.
Una pregunta que también quiero proponer es: ¿por qué andamos buscando motivos para amar a los demás? Diariamente no pensamos en los motivos para respirar, o dormir, o para que las células se renueven, ¿por qué esperamos encontrar las respuestas correctas para la pregunta del amor? Para los que no lo sabían, ¡no existe! Amar siempre nos hace sentirnos bien, y decirle a los demás que los amamos es algo tan esencial como vivir.
Quiero terminar este monólogo/pseudo-diálogo extendiéndome a los que seguramente están pensando que no he sufrido por amor, y que no he tenido desilusiones, y que por eso hablo como hablo. Les digo que dejen de buscar excusas. No estoy proponiendo amar con intenciones sensuales a todo ser humano. Sólo expongo y comparto (¿o explico?) que el amor es un elemento necesario para vivir en sociedad, y que para ser exitosos, tenemos que amar, y no refrenarnos cuando queremos decirle a alguien que lo queremos. Siempre trato de decirle a todo el mundo que los quiero, independientemente de la relación que tenga con ellos. Recuerden que sólo el amor nos acerca más a la divinidad de la cual salimos.
Los amo a todos,
Geñita
[1]Etimologia del amor: http://etimologias.dechile.net/?amor
[2] Amor: http://lema.rae.es/drae/?val=amor
domingo, 12 de agosto de 2012
¿Necesitas tener pareja? Yo no, yo opto por tener una
Desde hace mucho tiempo hay varios aspectos sociales con los cuales he estado en desacuerdo. Uno de ellos es el de tener pareja porque se considera una necesidad. Sin embargo, después de tener varios encuentros y experiencias, he visto que no es cierto. He llegado a la conclusión de que tener pareja debería ser una opción o decisión y no considerado una necesidad.
Sé que al escribir esto, estoy exponiéndome a mentes que inmediatamente pondrán bajo lupa mi orientación sexual (como siempre ha pasado y como nunca dejará de pasar, vaya costumbre la que he tenido que asumir). La sociedad en general ha avanzado de tal forma que todos independientemente podemos realizar y obtener lo que quizás en un pasado no podíamos sin la presencia de un compañero consensual.
Yendo al grano, quiero preguntarle a las damas: ¿quieren tener una pareja para que le pague sus cuentas, corte el pasto, arregle el auto y si da tiempo, procrear? ¿Estarían felices de saber que la pareja que tienen al lado solo está ahí porque tiene que estar ahí y no porque quiere estar ahí? ¿Cómo te sentirías si supieras que tu pareja está contigo porque socialmente se espera que él o ella esté con alguien? De la misma manera le pregunto a los caballeros: ¿ustedes quieren tener una pareja para que no se vean solitarios, o alguien para que les cocine, lave la ropa, compre la comida, limpie la casa y además le crie sus hijos? ¿No son ustedes los que constantemente están diciendo que sus parejas solo sacan provecho de ustedes? A ambos les digo: ¿se acuerdan de las constantes quejas de que sus parejas les han sido infieles? Pues ciertamente estas personas no han tenido la voluntad de estar con una sola persona, y aunque mal nos parezca, hay que respetarle sus decisiones, aunque no necesariamente signifique que estemos de acuerdo con lo que hacen. Por lo que insisto, es mejoroptar por tener a alguien a nuestro lado, que tenerlo porque así se espera.
Personalmente, creo que sería maravilloso saber que tengo un compañero porque él mismo desea estar conmigo, y no porque me necesite para ser la persona que es. Esto se llama dependencia emocional. Un individuo que necesite de otro para sentirse seguro no debería estar con nadie hasta que encuentre su propio valor y propósito en la vida por su cuenta. Situaciones como esta inician la violencia, el abuso y consecuente el abandono, si no algo peor. Existen otros tipos de dependencias como lo son el de la supervivencia. Esto lo menciono a nombre de las damas que no saben cómo examinar el aceita del carro ni cambiar una goma, y a nombre de los caballeros que no saben cocinar y ni pueden encender una maquina lavadora. Les digo a estos que lo que tienen que buscarse es una sirvienta o un mayordomo. Les aseguro que les va a salir más barato pagándole a estos empleados que los pleitos legales que se formaran a base de un proceso de divorcio.
Frases como “el hombre de la casa” o “la administradora del hogar” han caído en desuso. Un día en mi perfil escribí: “es difícil ser el hombre de la casa”, y lo dije para ver cuántas respuestas recibiría al ponerlo. A mi edad soy totalmente responsable por la renta de mi apartamento, mis cuentas, mi agenda y el porvenir de mi madre y mío. Discutía hace poco de cómo todo lo que requiere ensamblaje en mi casa lo he montado yo sola (a excepción de un juego de cuarto que unos amigotes me subieron por las escaleras, y eso no es porque eran hombres sino porque tienen más testosterona que nosotras, porque aunque no lo sepan, nosotras también tenemos esas hormonas). Hace años hablaba con un hombre al que le conté de cómo monté un escritorio, un futón y un librero yo sola, a lo que respondió “bueno, tú pareces que tienes un pene escondido”. Si me conocen, sabrán que seguido a eso, le pregunté que si quería saberlo para realizarme una felación (busquen en http://www.rae.es si no saben lo que traté de decir). La parte insultante no fue la de confundir mi sexualidad por saber ensamblar muebles, pero la parte de sugerir que necesito de un hombre para tales actividades sí lo fue. En el presente, todo en mi vida está en orden gracias a Dios y porque soy independiente. Encima de todo esto, me gustaría tener pareja. Es un gusto, una opción y es algo que estoy buscando.
Lo que quiero decir es que el no tener pareja no ha afectado el trote de mi vida. Y en realidad, no debería afectar la de nadie. Para acallar a aquellos que dicen que necesitamos contacto, les digo que todo ser social necesita de una sociedad, y cada individuo necesita su individualidad. Si vamos a ver en términos prácticos, el ser humano necesita a otro ser humano del sexo opuesto simplemente para reproducirse, nada más. Hoy día, la ciencia ha desafiado ese enunciado con términos como “surrogate mother” (madre suplente, las que rentan o prestan el vientre), la inseminación artificial, entre otros. Otra forma de contender la idea de la necesidad del otro es mirar cómo los matrimonios homosexuales se van legalizando poco a poco. Biológicamente hablando, estas parejas no pueden reproducirse, pero esto no les ha evitado tener una relación. Entonces, ¿de dónde sale la idea de que tener pareja es una necesidad?
Para empujar esto un poco más allá, la presión cultural que recibimos también es un factor determinante. No les miento cuando les digo que he oído la frase “se te fue el tren, te estás poniendo jamona, vas pa’ vestir santos” en más de una ocasión, simplemente porque a mis 27 años no tengo pareja ni hijos (como dije al principio, ni quiero mencionar las veces en que mi sexualidad ha sido cuestionada). No he escrito esto para alimentar las mentes machistas ni feministas. Creo que se ha hablado demasiado de eso. De lo que creo que no se ha hablado lo suficiente es de cómo los seres humanos debemos aprender a ver las cosas como decisiones y no como necesidades.
Chica, ¿prefieres tener a un muchacho contigo porque te checa el carro cuando se calienta, o porque simplemente disfruta su tiempo contigo? Chico, ¿quieres una muchacha que te lave la ropa cada domingo o que se sienta a ver contigo tus películas de acción preferidas sin decirte lo aburridas que son, simplemente porque le gusta estar contigo? Jamás he buscado a un hombre para que me pague las cuentas, me haga la mudanza ni para que se ponga a pelear con otro por mí. El día que mi pareja haga todo eso será porque él quiere y porque le gustaría cooperar. Por otro lado, tampoco estoy buscando terminar de escribir la vida de un hombre. El hombre que esté conmigo tiene que tener un pasado, un punto de referencia donde existía sin mí, tiene que saber mantenerse en mi presente sin chocar con él, y tiene que mirar hacia el futuro sabiendo que los dos tenemos derecho a ser dos seres humanos enteros compartiendo un mismo amor.
Mi pareja me tiene que querer, no puede estar necesitándome. Yo no puedo ver amor donde la necesidad es el eje. Por lo que digo: yo quiero tener pareja, no necesito tenerla.
Sé que al escribir esto, estoy exponiéndome a mentes que inmediatamente pondrán bajo lupa mi orientación sexual (como siempre ha pasado y como nunca dejará de pasar, vaya costumbre la que he tenido que asumir). La sociedad en general ha avanzado de tal forma que todos independientemente podemos realizar y obtener lo que quizás en un pasado no podíamos sin la presencia de un compañero consensual.
Yendo al grano, quiero preguntarle a las damas: ¿quieren tener una pareja para que le pague sus cuentas, corte el pasto, arregle el auto y si da tiempo, procrear? ¿Estarían felices de saber que la pareja que tienen al lado solo está ahí porque tiene que estar ahí y no porque quiere estar ahí? ¿Cómo te sentirías si supieras que tu pareja está contigo porque socialmente se espera que él o ella esté con alguien? De la misma manera le pregunto a los caballeros: ¿ustedes quieren tener una pareja para que no se vean solitarios, o alguien para que les cocine, lave la ropa, compre la comida, limpie la casa y además le crie sus hijos? ¿No son ustedes los que constantemente están diciendo que sus parejas solo sacan provecho de ustedes? A ambos les digo: ¿se acuerdan de las constantes quejas de que sus parejas les han sido infieles? Pues ciertamente estas personas no han tenido la voluntad de estar con una sola persona, y aunque mal nos parezca, hay que respetarle sus decisiones, aunque no necesariamente signifique que estemos de acuerdo con lo que hacen. Por lo que insisto, es mejoroptar por tener a alguien a nuestro lado, que tenerlo porque así se espera.
Personalmente, creo que sería maravilloso saber que tengo un compañero porque él mismo desea estar conmigo, y no porque me necesite para ser la persona que es. Esto se llama dependencia emocional. Un individuo que necesite de otro para sentirse seguro no debería estar con nadie hasta que encuentre su propio valor y propósito en la vida por su cuenta. Situaciones como esta inician la violencia, el abuso y consecuente el abandono, si no algo peor. Existen otros tipos de dependencias como lo son el de la supervivencia. Esto lo menciono a nombre de las damas que no saben cómo examinar el aceita del carro ni cambiar una goma, y a nombre de los caballeros que no saben cocinar y ni pueden encender una maquina lavadora. Les digo a estos que lo que tienen que buscarse es una sirvienta o un mayordomo. Les aseguro que les va a salir más barato pagándole a estos empleados que los pleitos legales que se formaran a base de un proceso de divorcio.
Frases como “el hombre de la casa” o “la administradora del hogar” han caído en desuso. Un día en mi perfil escribí: “es difícil ser el hombre de la casa”, y lo dije para ver cuántas respuestas recibiría al ponerlo. A mi edad soy totalmente responsable por la renta de mi apartamento, mis cuentas, mi agenda y el porvenir de mi madre y mío. Discutía hace poco de cómo todo lo que requiere ensamblaje en mi casa lo he montado yo sola (a excepción de un juego de cuarto que unos amigotes me subieron por las escaleras, y eso no es porque eran hombres sino porque tienen más testosterona que nosotras, porque aunque no lo sepan, nosotras también tenemos esas hormonas). Hace años hablaba con un hombre al que le conté de cómo monté un escritorio, un futón y un librero yo sola, a lo que respondió “bueno, tú pareces que tienes un pene escondido”. Si me conocen, sabrán que seguido a eso, le pregunté que si quería saberlo para realizarme una felación (busquen en http://www.rae.es si no saben lo que traté de decir). La parte insultante no fue la de confundir mi sexualidad por saber ensamblar muebles, pero la parte de sugerir que necesito de un hombre para tales actividades sí lo fue. En el presente, todo en mi vida está en orden gracias a Dios y porque soy independiente. Encima de todo esto, me gustaría tener pareja. Es un gusto, una opción y es algo que estoy buscando.
Lo que quiero decir es que el no tener pareja no ha afectado el trote de mi vida. Y en realidad, no debería afectar la de nadie. Para acallar a aquellos que dicen que necesitamos contacto, les digo que todo ser social necesita de una sociedad, y cada individuo necesita su individualidad. Si vamos a ver en términos prácticos, el ser humano necesita a otro ser humano del sexo opuesto simplemente para reproducirse, nada más. Hoy día, la ciencia ha desafiado ese enunciado con términos como “surrogate mother” (madre suplente, las que rentan o prestan el vientre), la inseminación artificial, entre otros. Otra forma de contender la idea de la necesidad del otro es mirar cómo los matrimonios homosexuales se van legalizando poco a poco. Biológicamente hablando, estas parejas no pueden reproducirse, pero esto no les ha evitado tener una relación. Entonces, ¿de dónde sale la idea de que tener pareja es una necesidad?
Para empujar esto un poco más allá, la presión cultural que recibimos también es un factor determinante. No les miento cuando les digo que he oído la frase “se te fue el tren, te estás poniendo jamona, vas pa’ vestir santos” en más de una ocasión, simplemente porque a mis 27 años no tengo pareja ni hijos (como dije al principio, ni quiero mencionar las veces en que mi sexualidad ha sido cuestionada). No he escrito esto para alimentar las mentes machistas ni feministas. Creo que se ha hablado demasiado de eso. De lo que creo que no se ha hablado lo suficiente es de cómo los seres humanos debemos aprender a ver las cosas como decisiones y no como necesidades.
Chica, ¿prefieres tener a un muchacho contigo porque te checa el carro cuando se calienta, o porque simplemente disfruta su tiempo contigo? Chico, ¿quieres una muchacha que te lave la ropa cada domingo o que se sienta a ver contigo tus películas de acción preferidas sin decirte lo aburridas que son, simplemente porque le gusta estar contigo? Jamás he buscado a un hombre para que me pague las cuentas, me haga la mudanza ni para que se ponga a pelear con otro por mí. El día que mi pareja haga todo eso será porque él quiere y porque le gustaría cooperar. Por otro lado, tampoco estoy buscando terminar de escribir la vida de un hombre. El hombre que esté conmigo tiene que tener un pasado, un punto de referencia donde existía sin mí, tiene que saber mantenerse en mi presente sin chocar con él, y tiene que mirar hacia el futuro sabiendo que los dos tenemos derecho a ser dos seres humanos enteros compartiendo un mismo amor.
Mi pareja me tiene que querer, no puede estar necesitándome. Yo no puedo ver amor donde la necesidad es el eje. Por lo que digo: yo quiero tener pareja, no necesito tenerla.
domingo, 29 de julio de 2012
Tributo al primer homosexual que conocí en mi vida... un gran maestro
Hace tiempo que vengo pensando en este ensayo y no estaba muy segura de cómo comenzarlo. Dado a que es un tributo a una gran persona que aportó muchas cosas a mi vida (y probablemente a la tuya si lo conociste), quiero que el escrito quede como merece. Quiero compartir con mis lectores lo que aprendí del primer homosexual que conocí en mi vida.
No estoy segura de la edad que tenemos cuando comprendemos lo que es un homosexual. Yo sé que cuando tenía 8 años, conocí a mi primer maestro de arte, que parecía ser muy alegre y chistoso. Unos de mis compañeritos (¿les suena el nombre de Juanchi?) interrumpió al maestro el primer día de clases mientras se presentaba para decirle “¡pero mistel, la gente dice que usted es pato!”. Les miento si les digo que recuerdo la reacción de Mr. Rivera, pero sí recuerdo que me sonrojé bastante y cuando llegué a casa le dije a Mami que un nene llamó pato a un maestro. Ella inmediatamente me dijo que eso fue tremenda falta de respeto y que estuvo mal. Estoy pensando si alguna vez me explicó lo que era ser pato pero la verdad, mi gente, yo no me acuerdo de cuándo fue la primera vez que oí esa palabra, ni tampoco recuerdo cuándo me dijeron lo que significaba.
En fin, a Mr. Rivera no le gustaban las mujeres (al menos eso se decía) y para mí, pues, simplemente era parte de su personalidad. Jamás fue un motivo para ser irrespetuosa o dejar de tomarlo en serio. Siempre surgía ocasionalmente un chiste acerca de él. Las madres le hacían burla de cómo hablaba más afeminado que ellas mismas, dejando las manos moverse más que vientos huracanados, y los chicos se imaginaban si habría de tener un novio o no. Un día llegó cantando muy alegre y dijo “Ave María, pero qué cosa más bella he visto en la autopista”. Los chingos de muchachos a coro le gritaron, “¿una mujer?” y el maestro, con cara y voz sarcástica les gritó de vuelta, “¡No, un hombre!”. Y yo pensé, “no, no fue una mujer” (tenía como 11 años, ya sabía leer sarcasmo al revés, ‘ndito mister no tenías que aparentar).
Así que para mí, la homosexualidad era solo parte de la personalidad del maestro. Las madres se decían entre sí, “tu sabes, el patito” para diferenciarlo de otros instructores. Yo sabía que él era así, pero nunca cuestioné si era malo o bueno; jamás me senté a analizar eso. Ese era Mr. Rivera, qué sé yo, y el día que no fuera gay pues no era Mr. Rivera, en serio. Era como decir que era un hombre alto, blanco, flaco, bilingüe, enseñaba arte y era gay, ya. No sé si entienden lo que estoy tratando de decir. En una forma más clara, no había nada malo con él, ser gay resultó ser parte de la bella persona que siempre ha sido.
El mister de arte era un mister de verdad. Hoy como adulta le doy tantas gracias a Dios porque lo puso en mi vida. Era un genio del arte, te convertía cualquier porquería en una pieza de arte digno de museo. Era la persona encargada de decorar para las actividades navideñas, las graduaciones y los eventos especiales. Pintó todo un muro que mostraba el encuentro de Colón con los nativos caribeños. Nos enseñó a hacer figuras de yeso, a pintarlas, a coser fieltro y hacer pequeños peluchitos para los árboles de navidad. Empecé a dibujar con él, tenía tantos colores de pintura que era increíble (¿recuerdan que echaba las pinturas en potes de Tang?). Escribí mi primer cuento para su clase, a mis 8 años. Mister nos dio un proyecto que consistía en crear un televisor usando una caja. Luego, teníamos que escribir una historia, dibujar las escenas más importantes, pegar las escenas juntas en secuencia, pegar la primera escena a un rollo de cartón de papel toalla que previamente se había puesto atravesando la caja, enrollar las escenas, y pegar la última escena a otro rollo de cartón paralelo al primero. De esa forma teníamos una caja con una pantalla cortada, dos tubos de cartón atravesando la caja de lado a lado, y para ver la “película” había que girar el primer rollo y contar la historia, escena por escena, hasta la última. Para este proyecto, escribí mi primer cuento (del que escribiré en el futuro, es sorprendentemente interesante, se los prometo).
¡A Mr. Rivera le encantaba la música! Tenía un radio to’ jodi’o que siempre prendía. Cuando la canción de “Macarena” salió, se ponía a bailarla por todo el salón. Yo lo quería tanto que cuando los que la cantaban fueron al Show de Marcano (o Luis Vigoreaux, los dos no hacen uno solo, no importa), pegué un radiecito que Mami me había regalado frente al televisor y traté de grabarlos cantando la Macarena con un Christmas Mix, pero en verdad no se oyó nada, jajajaja. Cuando llegaban las navidades, tenía un casete de bombazo navideño que tenía quema’o de tanto que le daba play. Pero les voy a decir algo, el día en el que no se tocara eso en la clase de él, no eran navidades (les voy a dejar la referencia del bombazo navideño aquí: http://www.youtube.com/watch?v=sTC7ZzZ12HM&feature=player_embedded ). Una vez (o varias veces) se dejaba crecer la barba para ponerse algodón en ella y hacer de Santa Claus, uno bastante flaco. Nuestra clase graduanda (1997) era de los Dalmations, y nos pintó todo un muro de los dálmatas con huesos y les escribimos los nombres adentro (¿se acuerdan?).
Entre varias cosas, hubo una que siempre se quedó conmigo. Cuando yo era parte de su salón hogar (quinto grado creo), todas las mañanas el maestro compraba una libra de pan con queso Indulac. Cortaba el pan para todos nosotros y lo comíamos con pedacitos de queso. Hasta Mami cachetió del pan con queso ese. En aquel entonces nos parecía un gesto bonito de su parte. Yo no comprendí por qué lo hacía hasta que me volví maestra y comencé a traerle desayuno a mis estudiantes en Río Piedras. Claro, ¿se imaginan lo que es enseñarle a un grupo de chicos con hambre? Es una de las peores pesadillas de un maestro. Y el mister lo sabía, y lo entendía (tengo los ojos agua’os escribiendo esto). Mr. Rivera estaba consiente de la pobreza en la que vivíamos en Factor; él también vivía allí. Y él lo hacia casi a diario, no era como cuando los otros maestros nos traían picadera en las fiestas de fin de semestre. Él nos quería mucho, aun cuando le hablaba malo a algunos estudiantes que lo ponían por el techo. Un día le gritó a uno que del susto salió corriendo del salón y no volvió hasta el día después. Siempre nos enseñó a mantener estándares de excelencia con respecto a nuestros trabajos; nos decía, “tienen que hacerlo perfecto porque Dios los hizo y Dios es perfecto y ustedes son perfectos”, pero era gritando, jaja.
Estas fueron las cosas que aprendí del primer homosexual que conocí en mi vida. Me enseñó a siempre estar de buen humor y a ser creativa. También a pensar en los demás y a encaminar a alguien cuando lo que hace no es precisamente lo correcto. Aun hoy día no sé de qué murió, oí muchísimas versiones como que fue de cáncer, de sida, de alguna cosa extraña. Ocasionalmente se enfermaba; Mami recuerda verlo muy delgado y pálido a veces. Se murió no mucho después de nuestra graduación, quizás en el 1999 o el 2000. Pero yo estaba chamaquita todavía. Y sé que muchos de ustedes se acuerdan de él con cariño. Nos inspiró a muchos a seguir por carreras artísticas. Son pocos los maestros que se paran en una panadería a comprar pan y queso para sus chiquillos.
A mi maestro Jaime Rivera de Jesús, gracias por haberme enseñado a hacer arte de nuestra pobreza, y a comprender desde una temprana edad que las personas diferentes son absolutamente maravillosas.
No estoy segura de la edad que tenemos cuando comprendemos lo que es un homosexual. Yo sé que cuando tenía 8 años, conocí a mi primer maestro de arte, que parecía ser muy alegre y chistoso. Unos de mis compañeritos (¿les suena el nombre de Juanchi?) interrumpió al maestro el primer día de clases mientras se presentaba para decirle “¡pero mistel, la gente dice que usted es pato!”. Les miento si les digo que recuerdo la reacción de Mr. Rivera, pero sí recuerdo que me sonrojé bastante y cuando llegué a casa le dije a Mami que un nene llamó pato a un maestro. Ella inmediatamente me dijo que eso fue tremenda falta de respeto y que estuvo mal. Estoy pensando si alguna vez me explicó lo que era ser pato pero la verdad, mi gente, yo no me acuerdo de cuándo fue la primera vez que oí esa palabra, ni tampoco recuerdo cuándo me dijeron lo que significaba.
En fin, a Mr. Rivera no le gustaban las mujeres (al menos eso se decía) y para mí, pues, simplemente era parte de su personalidad. Jamás fue un motivo para ser irrespetuosa o dejar de tomarlo en serio. Siempre surgía ocasionalmente un chiste acerca de él. Las madres le hacían burla de cómo hablaba más afeminado que ellas mismas, dejando las manos moverse más que vientos huracanados, y los chicos se imaginaban si habría de tener un novio o no. Un día llegó cantando muy alegre y dijo “Ave María, pero qué cosa más bella he visto en la autopista”. Los chingos de muchachos a coro le gritaron, “¿una mujer?” y el maestro, con cara y voz sarcástica les gritó de vuelta, “¡No, un hombre!”. Y yo pensé, “no, no fue una mujer” (tenía como 11 años, ya sabía leer sarcasmo al revés, ‘ndito mister no tenías que aparentar).
Así que para mí, la homosexualidad era solo parte de la personalidad del maestro. Las madres se decían entre sí, “tu sabes, el patito” para diferenciarlo de otros instructores. Yo sabía que él era así, pero nunca cuestioné si era malo o bueno; jamás me senté a analizar eso. Ese era Mr. Rivera, qué sé yo, y el día que no fuera gay pues no era Mr. Rivera, en serio. Era como decir que era un hombre alto, blanco, flaco, bilingüe, enseñaba arte y era gay, ya. No sé si entienden lo que estoy tratando de decir. En una forma más clara, no había nada malo con él, ser gay resultó ser parte de la bella persona que siempre ha sido.
El mister de arte era un mister de verdad. Hoy como adulta le doy tantas gracias a Dios porque lo puso en mi vida. Era un genio del arte, te convertía cualquier porquería en una pieza de arte digno de museo. Era la persona encargada de decorar para las actividades navideñas, las graduaciones y los eventos especiales. Pintó todo un muro que mostraba el encuentro de Colón con los nativos caribeños. Nos enseñó a hacer figuras de yeso, a pintarlas, a coser fieltro y hacer pequeños peluchitos para los árboles de navidad. Empecé a dibujar con él, tenía tantos colores de pintura que era increíble (¿recuerdan que echaba las pinturas en potes de Tang?). Escribí mi primer cuento para su clase, a mis 8 años. Mister nos dio un proyecto que consistía en crear un televisor usando una caja. Luego, teníamos que escribir una historia, dibujar las escenas más importantes, pegar las escenas juntas en secuencia, pegar la primera escena a un rollo de cartón de papel toalla que previamente se había puesto atravesando la caja, enrollar las escenas, y pegar la última escena a otro rollo de cartón paralelo al primero. De esa forma teníamos una caja con una pantalla cortada, dos tubos de cartón atravesando la caja de lado a lado, y para ver la “película” había que girar el primer rollo y contar la historia, escena por escena, hasta la última. Para este proyecto, escribí mi primer cuento (del que escribiré en el futuro, es sorprendentemente interesante, se los prometo).
¡A Mr. Rivera le encantaba la música! Tenía un radio to’ jodi’o que siempre prendía. Cuando la canción de “Macarena” salió, se ponía a bailarla por todo el salón. Yo lo quería tanto que cuando los que la cantaban fueron al Show de Marcano (o Luis Vigoreaux, los dos no hacen uno solo, no importa), pegué un radiecito que Mami me había regalado frente al televisor y traté de grabarlos cantando la Macarena con un Christmas Mix, pero en verdad no se oyó nada, jajajaja. Cuando llegaban las navidades, tenía un casete de bombazo navideño que tenía quema’o de tanto que le daba play. Pero les voy a decir algo, el día en el que no se tocara eso en la clase de él, no eran navidades (les voy a dejar la referencia del bombazo navideño aquí: http://www.youtube.com/watch?v=sTC7ZzZ12HM&feature=player_embedded ). Una vez (o varias veces) se dejaba crecer la barba para ponerse algodón en ella y hacer de Santa Claus, uno bastante flaco. Nuestra clase graduanda (1997) era de los Dalmations, y nos pintó todo un muro de los dálmatas con huesos y les escribimos los nombres adentro (¿se acuerdan?).
Entre varias cosas, hubo una que siempre se quedó conmigo. Cuando yo era parte de su salón hogar (quinto grado creo), todas las mañanas el maestro compraba una libra de pan con queso Indulac. Cortaba el pan para todos nosotros y lo comíamos con pedacitos de queso. Hasta Mami cachetió del pan con queso ese. En aquel entonces nos parecía un gesto bonito de su parte. Yo no comprendí por qué lo hacía hasta que me volví maestra y comencé a traerle desayuno a mis estudiantes en Río Piedras. Claro, ¿se imaginan lo que es enseñarle a un grupo de chicos con hambre? Es una de las peores pesadillas de un maestro. Y el mister lo sabía, y lo entendía (tengo los ojos agua’os escribiendo esto). Mr. Rivera estaba consiente de la pobreza en la que vivíamos en Factor; él también vivía allí. Y él lo hacia casi a diario, no era como cuando los otros maestros nos traían picadera en las fiestas de fin de semestre. Él nos quería mucho, aun cuando le hablaba malo a algunos estudiantes que lo ponían por el techo. Un día le gritó a uno que del susto salió corriendo del salón y no volvió hasta el día después. Siempre nos enseñó a mantener estándares de excelencia con respecto a nuestros trabajos; nos decía, “tienen que hacerlo perfecto porque Dios los hizo y Dios es perfecto y ustedes son perfectos”, pero era gritando, jaja.
Estas fueron las cosas que aprendí del primer homosexual que conocí en mi vida. Me enseñó a siempre estar de buen humor y a ser creativa. También a pensar en los demás y a encaminar a alguien cuando lo que hace no es precisamente lo correcto. Aun hoy día no sé de qué murió, oí muchísimas versiones como que fue de cáncer, de sida, de alguna cosa extraña. Ocasionalmente se enfermaba; Mami recuerda verlo muy delgado y pálido a veces. Se murió no mucho después de nuestra graduación, quizás en el 1999 o el 2000. Pero yo estaba chamaquita todavía. Y sé que muchos de ustedes se acuerdan de él con cariño. Nos inspiró a muchos a seguir por carreras artísticas. Son pocos los maestros que se paran en una panadería a comprar pan y queso para sus chiquillos.
A mi maestro Jaime Rivera de Jesús, gracias por haberme enseñado a hacer arte de nuestra pobreza, y a comprender desde una temprana edad que las personas diferentes son absolutamente maravillosas.
domingo, 22 de julio de 2012
Para él fue un chiste, ¿lo será para ti?
Al escribir esto, siento cómo todavía me tiemblan los sesos por dentro, del coraje, claro está. Quizás pudo haber parecido algo insignificante, pero para mí, definitivamente fue una conversación atípica, irritante y hasta cierto punto ofensiva.
Déjame explicarte qué fue lo que pasó. Estaba hablando con un hombre y me preguntó varias cosas para tratar de confirmar que las puertorriqueñas somos “guapas” (violentas) como se ha regado la fama. En una, me preguntó acerca de un chico con el que salí un tiempo y cómo nos dejamos de hablar porque él decidió seguir viendo a otras féminas a mis espaldas. Suponiendo que me alteré cuando supe de ello, le dije que no, que simplemente dejamos las cosas ahí. Entonces me dice, “bueno, ¿y si ese hombre te hubiese meti’o una pescosá?” Mi respuesta fue que sería la primera y la última.
El hombre comenzó a decirme que lo estaba asustando al decir eso. Y la verdad fue que me alteré bastante, por varias cosas: ¿De cuando a acá es normal preguntarle a mujer (o cualquier persona) acerca de su reacción bajo una situación de violencia? Con campañas mundiales y casas para mujeres protegidas en todo el mundo, ¿cómo es de sorprenderse que una mujer reaccione negativamente antes una situación hipotética de violencia? ¿Cuál se supone que fuera mi reacción? Y aquí continúo el escrito. A la tercera pregunta, respondo que mi reacción es, y siempre será, defensiva. Para los que me conocen (y los que no lo sabían), vengo de una familia con un extenso historial de violencia domestica. Les cuento algo muy, muy personal, así que atesoren estos secretos que de alguna manera dan forma a mi persona.
Mi madre es sobreviviente de violencia doméstica. Cuenta ella que se casó con un hombre al que no amaba por escapar de un hogar en el que su padre había ejercido una posición de dictador. Este hombre con el que se casó resultó ser el padre de mis dos hermanos. Habiéndose mudado a los EEUU (1970s, segunda/tercera oleada masiva de boricuas al norte), los golpes físicos y emocionales fueron devastadores. Según cuenta, ella no salió de la situación inmediatamente por temor a no poder criar a sus hijos sin padre, además de vivir en un país que no era el suyo. Para acortar la historia, dice que la última pela que este hombre le dio fue enfrente de mi hermana mayor (que estaba de niña) y que despertó en el hospital. Se vio a un hilo de morir. Al comprender esta situación, decidió que su vida y la de sus hijos era mucho más importante que un sueño cliché de mantener el núcleo familiar. Siempre me conmueve pensar en esta historia porque un golpe más hubiese aniquilado a ese ser tan maravilloso que ustedes todos conocen; además, yo no hubiese nacido.
De igual forma, mi hermana también es sobreviviente de violencia doméstica. Su primer esposo (con el que se casó también por seguridad económica) fue un animal con ella. Cuando se mudaron a Puerto Rico por un tiempo, yo oía sus gritos y escuchaba cuando se tiraban cosas entre ellos. Y ese no fue el único. El padre de mi sobrino le pegaba, aun cuando estaba preñada (que gracias a Dios es un niño muy normal y muy querido). Mujeres hermosas, inteligentes, brillantes, llenas de vida, y saber que fueron aplastadas por cerdos hechos de mierda y porquería me irrita en extremo.
Siempre recuerdo la vez que tuve que preparar una presentación para la clase de sociología y a nuestro subgrupo le tocó el tema de la violencia doméstica. Se me ocurrió la idea de invitar a Mami a hablar acerca de su experiencia, pero pensé que algo tan traumático sería difícil de revivir y relatar. Así que entendiendo que no perdía nada preguntándole, me le acerqué (con un poco de susto) y le pedí que colaborara con mi trabajo, yendo a la escuela y dando una breve charla. Ella solo me preguntó el día y la hora; ese día se apareció muy bonita y maquillada. La charla que nos dio fue una muy acogedora y aun recuerdo las caras de mis compañeras atentas y haciéndoles preguntas interesantes. Si eres una de las que estuvo ahí y lo recuerdas, estoy segura de que sabes de lo que hablo, y te doy las gracias por haber oído a mi madre.
Al mismo tiempo que pasó esto, recuerdo que también había una campaña contra la violencia doméstica que informaba de cómo cada dos semanas una mujer es asesinada a manos de su compañero consensual. Al final instaba a la comunidad a reaccionar porque de seguir así, los cementerios se iban a llenar de mujeres. (Acabo de releer esta oración y me detuve… el alma me dejó de respirar por un momento). Un cementerio lleno de mujeres, como si fuera el lugar designado para un género específico. Merecedoras de la muerte, aquellas que dan vida, ¡y lo hacen más de una vez! ¿Cómo es que pasa esto? ¿Cómo es que mi madre sigue viva después de todo eso, y mi hermana? Por eso le doy gracias a Dios de que nunca me ha pasado, ni tengo planes de que pase. Y lo digo en serio.
Así que este fulano le estuvo malo que yo reaccionara mal a su “bueno y si ese muchacho te hubiese meti’o un bofetón”… ¿Coño, te parece poco? ¿En realidad existen seres que piensan que sugerir esas situaciones es algo normal? Trataba de decirme que entendiera que era una cuestión infiltrada en nuestras culturas. Claro que tuve que vestirme de LACS y decirle que comprendo totalmente las raíces del marianismo (termino utilizado para ilustrar el concepto de la mujer como un ser sujetado, dócil, obediente, temeroso y sin hacer cuestionamientos como María la Virgen [esto no es para ofender la religión, es para subrayar el mal uso o la tergiversación de ello]) que llegó a nuestras tierras con la corona española (católica), derrocando el sistema matriarcal (sí, nuestros indígenas seguían la línea de la madre para escoger a los caciques). También le dije que puedo entender que estas actitudes continúan existentes entre las poblaciones que no han tenido contacto con otras culturas. Y encima de eso, le dije que el hecho de que todavía algunas personas perpetúen esas ideas, yo no tengo planes de permitirlo, ya que las nuevas generaciones hemos aprendido diferentes formas para solucionar diferentes situaciones que no requieren la violencia.
¡ME NIEGO A ACEPTAR QUE LA VIOLENCIA A LA MUJER ES ALGO NORMAL Y POR CONSIGUIENTE, ACEPTABLE!
Quiero terminar este escrito con las siguientes ideas: No apoyo la violencia EN GENERAL. Por eso no apoyo a la guerra. Estoy consiente de cómo hay mujeres que matan hombres también; para mí la violencia doméstica no es cuestión de género, es cuestión de inseguridad y poco valor. No se lo justifico a nadie, a menos que sea por defensa propia. También estoy consiente de que NO TODOS LOS HOMBRES SON IGUALES. Este escrito no está dirigido hacia el sexo masculino, está dirigido contra la violencia consensual (que incluye relaciones hetero/homosexuales, filiales y casuales). La violencia doméstica nos afecta a todos. Si no lo crees, relee este texto y leerás que para mí no es viable ni en chiste.
Déjame explicarte qué fue lo que pasó. Estaba hablando con un hombre y me preguntó varias cosas para tratar de confirmar que las puertorriqueñas somos “guapas” (violentas) como se ha regado la fama. En una, me preguntó acerca de un chico con el que salí un tiempo y cómo nos dejamos de hablar porque él decidió seguir viendo a otras féminas a mis espaldas. Suponiendo que me alteré cuando supe de ello, le dije que no, que simplemente dejamos las cosas ahí. Entonces me dice, “bueno, ¿y si ese hombre te hubiese meti’o una pescosá?” Mi respuesta fue que sería la primera y la última.
El hombre comenzó a decirme que lo estaba asustando al decir eso. Y la verdad fue que me alteré bastante, por varias cosas: ¿De cuando a acá es normal preguntarle a mujer (o cualquier persona) acerca de su reacción bajo una situación de violencia? Con campañas mundiales y casas para mujeres protegidas en todo el mundo, ¿cómo es de sorprenderse que una mujer reaccione negativamente antes una situación hipotética de violencia? ¿Cuál se supone que fuera mi reacción? Y aquí continúo el escrito. A la tercera pregunta, respondo que mi reacción es, y siempre será, defensiva. Para los que me conocen (y los que no lo sabían), vengo de una familia con un extenso historial de violencia domestica. Les cuento algo muy, muy personal, así que atesoren estos secretos que de alguna manera dan forma a mi persona.
Mi madre es sobreviviente de violencia doméstica. Cuenta ella que se casó con un hombre al que no amaba por escapar de un hogar en el que su padre había ejercido una posición de dictador. Este hombre con el que se casó resultó ser el padre de mis dos hermanos. Habiéndose mudado a los EEUU (1970s, segunda/tercera oleada masiva de boricuas al norte), los golpes físicos y emocionales fueron devastadores. Según cuenta, ella no salió de la situación inmediatamente por temor a no poder criar a sus hijos sin padre, además de vivir en un país que no era el suyo. Para acortar la historia, dice que la última pela que este hombre le dio fue enfrente de mi hermana mayor (que estaba de niña) y que despertó en el hospital. Se vio a un hilo de morir. Al comprender esta situación, decidió que su vida y la de sus hijos era mucho más importante que un sueño cliché de mantener el núcleo familiar. Siempre me conmueve pensar en esta historia porque un golpe más hubiese aniquilado a ese ser tan maravilloso que ustedes todos conocen; además, yo no hubiese nacido.
De igual forma, mi hermana también es sobreviviente de violencia doméstica. Su primer esposo (con el que se casó también por seguridad económica) fue un animal con ella. Cuando se mudaron a Puerto Rico por un tiempo, yo oía sus gritos y escuchaba cuando se tiraban cosas entre ellos. Y ese no fue el único. El padre de mi sobrino le pegaba, aun cuando estaba preñada (que gracias a Dios es un niño muy normal y muy querido). Mujeres hermosas, inteligentes, brillantes, llenas de vida, y saber que fueron aplastadas por cerdos hechos de mierda y porquería me irrita en extremo.
Siempre recuerdo la vez que tuve que preparar una presentación para la clase de sociología y a nuestro subgrupo le tocó el tema de la violencia doméstica. Se me ocurrió la idea de invitar a Mami a hablar acerca de su experiencia, pero pensé que algo tan traumático sería difícil de revivir y relatar. Así que entendiendo que no perdía nada preguntándole, me le acerqué (con un poco de susto) y le pedí que colaborara con mi trabajo, yendo a la escuela y dando una breve charla. Ella solo me preguntó el día y la hora; ese día se apareció muy bonita y maquillada. La charla que nos dio fue una muy acogedora y aun recuerdo las caras de mis compañeras atentas y haciéndoles preguntas interesantes. Si eres una de las que estuvo ahí y lo recuerdas, estoy segura de que sabes de lo que hablo, y te doy las gracias por haber oído a mi madre.
Al mismo tiempo que pasó esto, recuerdo que también había una campaña contra la violencia doméstica que informaba de cómo cada dos semanas una mujer es asesinada a manos de su compañero consensual. Al final instaba a la comunidad a reaccionar porque de seguir así, los cementerios se iban a llenar de mujeres. (Acabo de releer esta oración y me detuve… el alma me dejó de respirar por un momento). Un cementerio lleno de mujeres, como si fuera el lugar designado para un género específico. Merecedoras de la muerte, aquellas que dan vida, ¡y lo hacen más de una vez! ¿Cómo es que pasa esto? ¿Cómo es que mi madre sigue viva después de todo eso, y mi hermana? Por eso le doy gracias a Dios de que nunca me ha pasado, ni tengo planes de que pase. Y lo digo en serio.
Así que este fulano le estuvo malo que yo reaccionara mal a su “bueno y si ese muchacho te hubiese meti’o un bofetón”… ¿Coño, te parece poco? ¿En realidad existen seres que piensan que sugerir esas situaciones es algo normal? Trataba de decirme que entendiera que era una cuestión infiltrada en nuestras culturas. Claro que tuve que vestirme de LACS y decirle que comprendo totalmente las raíces del marianismo (termino utilizado para ilustrar el concepto de la mujer como un ser sujetado, dócil, obediente, temeroso y sin hacer cuestionamientos como María la Virgen [esto no es para ofender la religión, es para subrayar el mal uso o la tergiversación de ello]) que llegó a nuestras tierras con la corona española (católica), derrocando el sistema matriarcal (sí, nuestros indígenas seguían la línea de la madre para escoger a los caciques). También le dije que puedo entender que estas actitudes continúan existentes entre las poblaciones que no han tenido contacto con otras culturas. Y encima de eso, le dije que el hecho de que todavía algunas personas perpetúen esas ideas, yo no tengo planes de permitirlo, ya que las nuevas generaciones hemos aprendido diferentes formas para solucionar diferentes situaciones que no requieren la violencia.
¡ME NIEGO A ACEPTAR QUE LA VIOLENCIA A LA MUJER ES ALGO NORMAL Y POR CONSIGUIENTE, ACEPTABLE!
Quiero terminar este escrito con las siguientes ideas: No apoyo la violencia EN GENERAL. Por eso no apoyo a la guerra. Estoy consiente de cómo hay mujeres que matan hombres también; para mí la violencia doméstica no es cuestión de género, es cuestión de inseguridad y poco valor. No se lo justifico a nadie, a menos que sea por defensa propia. También estoy consiente de que NO TODOS LOS HOMBRES SON IGUALES. Este escrito no está dirigido hacia el sexo masculino, está dirigido contra la violencia consensual (que incluye relaciones hetero/homosexuales, filiales y casuales). La violencia doméstica nos afecta a todos. Si no lo crees, relee este texto y leerás que para mí no es viable ni en chiste.
domingo, 15 de julio de 2012
Pájaros raros (segunda parte)
Hace años escribí un breve ensayo/relato acerca de los pájaros raros, refiriéndome a ciertas personitas que se pasaron de chistosos conmigo un domingo. Hoy lo recuerdo y me rio como muchos de ustedes se rieron; esta vez mi risa es en forma de interrogación (mitad risa, mitad línea recta con punto final). Básicamente, postulo la siguiente pregunta: ¿qué le esta pasando, o le ha pasado, al género masculino en el siglo XXI?
Tan solo hoy (¡un día!) he recibido tres comentarios negativos de tres caballeros distintos y me he quedado con cara de :S. Todo por cosas que ni sentido tienen, mi gente. El primero, un amigo español que conocí en un chat online, me dijo que tenía ganas de hablarme. Le dije que si quería que yo podía llamarlo o hablar por micrófono. Mi amigo europeo tartamudeó… y dijo que había tenido una mala experiencia por hablar mucho con una mexicana, se enamoró de ella, y la dejó al darse cuenta que la distancia lo hacía imposible. Sí, todo esto porque le dije que podíamos hablar… cuando él fue el que dijo que quería hablar… y después entre mil palabras me dice que no… aunque yo pagara la llamada con mi dinero… él me dice que no. Así que lo dejé hasta ahí, y le hice ver que yo no estoy para dramas acerca de llamadas que hacen sentir a los hombres como si estuviesen frente al altar.
El otro es un panita boricua que conocí a través de un perfil. Las primeras conversaciones que tuvimos fueron acerca de la religión hoy día, de cómo ambos pensamos que hay muchas doctrinas falsas, y de que cómo Dios le había revelado el anticristo (les juro que cuando me dijo eso, ya yo sabía que esto no iba para nada bueno). Últimamente cuando se conecta, solo quiere bellaquear (sí, eso mismo, lo escribí, no hay mejor palabra para eso) y por no hacerlo me tilda de old fashioned, anticuada, aburrida, etc. Con los mismos insultos me recibió hoy porque no me puse “cuera” con él. Y encima de eso me dice que todo lo que digo es un disco rayado, que las mujeres y su drama, que yo lo estaba ayudando a aburrirse. PERO SI ÉL FUE EL QUE ME BUSCÓ PRIMERO Y ADEMÁS ÉL ME HABLÓ DE QUE UNA CELEBRIDAD ES EL ANTICRISTO, QUE TIPO DE DRAMA ES ESTOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO. Y terminó la conversación diciendo que gustaría de presionar entre su dentadura frontal mis glándulas mamarias… disco rayado, ¿no?
Cerrando con el tercero (mentira, me acaba de llamar otro pájaro por teléfono encojona’o, recuérdenme añadirlo después pa’ que se rían), ese sí que se llevó el Oscar de las telenovelas. Entra al Messenger y me llama mujer falsa, superficial, y que hablara con otros que no supieran quien realmente soy. Si alguno de ustedes sabe quién soy en realidad, no debe hablarme porque soy una mujer falsa, rata inmunda, animal rastrero, escoria de la vida, adefesio mal hecho… todo porque le dije que lo llamaría hoy y ahora mismo todavía no son las 6 PM y todavía no lo he llamado. Solo por eso. Ah, que bello es todo, insultos y pendejadas por todos lados, c’est la vie!
Me estoy riendo porque me imagino que deben estar pensando: “esta boba hablando con gente online sabiendo que eso no es real”. Pues en defensa propia, les cuento que en la vida real el drama no cesa, y es más, tiene todos los elementos de un cuento/novela (introducción, desarrollo, punto culminante y conclusión; a veces coda también… no se les olvide que también soy maestra de Spanish!). Hace un año me enamoré de alguien que conocía de años para que al final me dijera que solo quería tener sexo conmigo, dado que fue el único tipo de conexión posible (y me alegro de que la conexión no sucediera… imbécil). Después me enamoré de otro que es hermano de la bella genio porque después de compartir tantas cosas conmigo, se volvió a meter en la botella y jamás volvió a aparecer por mi campo visual ni comunicativo. Si alguien lo ve, díganle que pa’ la próxima se compre su propia botella para que me devuelva la que YO conseguí y que LOS DOS bebimos de ella.
Ayer mismo le pregunté a un amigo en tono de amistad que cuándo íbamos a salir al cine o a comer algo. Su respuesta fue que cuando no estuviera saliendo con alguien… (grillos cantando). Supongo que no debería volver a salir con nadie porque la verdad todos salimos con alguien. Yo salgo con mi mai pa’l mall y pa’ la oficina del doctor (inhala… exhala… inhala… ok chévere). Tengo un amigo que le encanta flirtear conmigo pero que solo me responde los mensajes de textos cuando le da la gana. Chistosamente, fui a visitarlo y mientras hablábamos respondía a los muuuuuuuuuuuuuuuuultiples mensajes de textos que recibía frente a mí, a la que casi no le responde, en mi cara me demuestra que sí los recibe y que sabe usar el teléfono para responder, mientras habla conmigo, que me costó días conseguirlo… ¡qué coj****!. Ah, casi se me olvida, el último pájaro me acaba de llamar porque tiene un problema en su apartamento y se me alteró diciendo que se quiere mudar por eso, cuando muchas veces me dijo que quería ser parte de mi vida, me ha abrazado fuertemente, me ha dicho lo hermosa que soy y que promete buscarme más a menudo. Hoy cumplió su palabra de buscarme para agriarme la existencia… ah, creo que tiene que ver con el hecho de que debe renta y yo trabajo en la oficina de cobros de renta… ¿ustedes creen que se pone buena gente conmigo por eso? No sé, no veo la correlación…
Entonces, ¿qué les está pasando a los hombres? ¿Por qué están como manada de elefantes, desquiciados y dementes? ¿Por qué la necesidad de querer lastimar a quien solo quiere hablarles? No puedo numerar las tantas quejas que he recibido de los caballeros diciendo que las mujeres son todo drama, todo dinero, todo frialdad, todo vanidad. Chamacos, ahora yo soy la que tiene que pararse como monumento y sugerirles:
Dejen los juegos, dejen de quejarse, dejen de confundir los objetos con los sujetos, dejen de alimentar sus propios intereses… déjenme en paz porque entre el mundo virtual y el mundo real ya no se están diferenciando. Sean transparentes, las mentes humanas no fueron hechas para moldearlas a sus antojos. Por favor, brinden un momento de respeto por la humanidad de los demás. ¿Qué les está pasando? ¿Por qué no los entiendo? No entiendo lo que dicen, mucho menos lo que hacen. Cálmense, y vivan, solo eso. No hay que huir de nadie, no hay que agraviar a nadie. Inhalen… exhalen…
inhalen…exhalen… vivan.
martes, 22 de mayo de 2012
Lo siento, tengo que dejarte...
La presente no es para ofender ni asustar a nadie. Es una carta realizada mediante un ejercicio de liberación. Pido a mis amores que no juzguen; sólo lean y comenten si sienten hacerlo. Lo comparto para bajar el nivel de la carta a una simple obra literaria. El que tiene ojos, que vea:
Siempre estas ahí, ¿sabes? Es una cosa que no se va. Tu recuerdo siempre ronda. Trato de ignorarte. No sirve de nada. A estas horas de la madrugada decido confrontarte. Con coraje, creo que con más de lo que imagino. Le tengo miedo a lo que siento por ti. Es probablemente lo más peligroso que cargo, y que no sabía que cargaba. Yo tengo que dejarte, ya no puedo vivir remendando tu sombra. No me sirves de nada, me estás ocupando espacio que necesito para un futuro brillante y exitoso. Tengo que sacarte de mi vida.
Yo no sé cómo comenzó todo esto. Si remotamente cupo la posibilidad de que yo te escogiera. De ser así, estoy segura de que al escogerte tuve más fe en ti que en mí, y quizás eso fue lo que me hizo fracasar. Claro, porque es así como me siento, un fracaso ante la eterna historia de la existencia. Yo creía que serías bueno para mí, pero me echaste al lado. ¿Qué juicio tendré yo para escoger lo bueno para mí, si ni mi padre me salió bueno? Yo no puedo creer que haces lo que haces, que aun vives cuando yo tengo un corazón desangrándose a diario por tu culpa. Eres lo peor que me ha pasado, casi te odio y creo que esto es lo más difícil de admitir. Eres un inútil y me has arruinado la vida. Me has desgraciado. Me haces ver como la mujer más estúpida y odiada del mundo porque no me amas. Y yo que te he amado siempre, sin motivos ni para justificarte. Quizás porque mi mamá quiso que te amara porque ella también te amó un día, como siempre dice. Pero mi vida es un asco por tu culpa. Como quisiera gritártelo, que me has hecho una porquería por no estar a mi lado cuando lo necesité. Tú no entiendes que muchas veces lloré porque no estuviste a mi lado, y aun hoy, a mis 27 años de edad, me sangra el alma pensar en tu olvido y tu indiferencia. Te encontré en un video, tocando tu maldita música. El mundo para ti continuó, ¿verdad? Y yo me jodí, pensando en lo difícil que sería la vida porque tú no estuviste a mi lado para defenderme de las tantas cosas que aun me asustan en el mundo. Soy una cobarde porque no me enseñaste las cosas importantes de la vida. No sé salir, no sé interactuar, no puedo tener amigos sin sentir su sinceridad y es porque cada día desconfió de ti y siento cómo me traicionas cada día. Maldito seas mil veces, porque me condenaste la existencia…
Yo no puedo amar bien, es casi una discapacidad para mí amar. No encuentro hombre que me ame por tu culpa, porque eres un maldito necio que me maldijo con su abandono. ¿Qué hombre, por Dios, puede ver lo bueno en mí si ni tú puedes? Me desgracias, te lo juro, cada día de mi vida. Eres lo peor que me ha pasado. Me parezco a ti y parece que Dios trató de hacerte un favor al hacerme una buena persona. Aun te molesta que me tienes que pagar dinero pero, ¡puñeta! si tú nunca estuviste ahí para mí. ¿Te acuerdas cuando decías que venías a visitarme y nunca lo hacías? ¿Te acuerdas? ¿Cuando me mentías a diario, dejándome esperarte todos los días? Yo soñaba contigo, eras lo más preciado para mí. Yo hubiese muerto por ti, hubiese dejado a mi madre por ti.
Me duele tanto tu abandono. Es algo que me tiene con dolor aun cuando casi soy toda una profesional. Pero ¿pa qué? A ti no te importa. No valgo nada para ti, aun cuando soy buena y hago cosas que están fuera de mi capacidad para mejorar el mundo, si se puede decir así. Me rompiste el corazón, siento que arrastro mi cuerpo y mi alma con todo el peso del mundo porque no te tengo a mi lado. Nunca te tuve, y esa fue la pérdida más grande de mi vida. Si la gente entendiera lo mucho que sufre sin ti. Yo hubiese querido que la vida fuera tan diferente.
En fin, creo que no te escogí. Y aun así, te sientes obligado a pagarme dinero, pero no a amarme. La vida continuó para ti, pero para mí se quedó en la barriga de mi madre, buscando tu permiso de amor para poder nacer y ser aceptada por el que se supone fuera el hombre de mi vida. Se supone que tú me quisieras, que me abrazaras cuando tuviera miedo. Se supone que respondieras a todas mis dudas. Me siento avergonzada de no saber cosas que debería saber, porque no me las enseñaste. ¿Tú crees que todo lo que he ganado en la vida vale lo que parece? Para los demás sí, pero para mí no. Una vez, te acuerdas, te llevé un trofeo que gané, y lo único que hiciste fue virarme la espalda. Me devolviste las fotos que te mandábamos cuando estaba creciendo. Esto te quedo cabrón, ¿oíste? Fue la falta de respeto más grande que he recibido en mi vida, y vino de ti, que fue lo peor. Ningún hombre me ha amado porque tú no me amaste. Eso era lo único que yo quería de ti, que me amaras. Chico, si hasta tu apellido cargo, no seas tan ingrato conmigo.
¿Qué te hice yo para vivir así, con esta pena y este dolor desgarrante? Hija de nadie… miran y lo que ven es a través de mí, porque tu amor nunca estuvo conmigo. Al mundo jamás le importé porque no te importé a ti. Me desgraciaste la vida. Y ahora aquí estoy, sentada a mis 27 años, llorando porque mi papá jamás me quiso. Jamás me respondió una carta que le escribí cuando tenía 10 años. Jamás me cumplió las promesas que hizo, ni vino a verme aun cuando llamaba y decía que estaba en Puerto Rico. Perdí a mi hermano y tú no estuviste para consolarme. Mi madre se puso mal por eso y tú no me apoyaste en mi soledad. Mi abuelito se mató, que aun me duele tanto, y para ti es mierda, todo es mierda para ti. Yo que sigo perdiendo en la vida. A mí, ¿qué me hace ser poeta, escritora, maestra, ser humano, si el que me hizo me desprecia??? La batalla más grande la perdí antes de nacer. ¿Por qué tuve que nacer de un hombre que no me quería? ¿Por qué tengo que vivir mirando al espejo a diario sabiendo que al hombre que me parezco no le parezco nada bueno? ¿Qué clase de mujer soy cuando ni mi propio padre me reconoce? ¿Qué soy ahora, que sangro todos los días porque no me amas? Vivo a la sombra de todos y todo por tu culpa, porque no me hiciste crecer con tu amor, y tuve que crecer con las migajas de amor que caían de la compasión de otros.
¿Qué es la vida sin ti? Esto, lo que escribo, los éxitos que conquisto. El día a día es mi mayor victoria. Aprendí a vivir defendiéndome del mundo a solas, sin tus hombros ni palabras de aliento. Jamás he oído una palabra de aliento tuya, nunca un “feliz cumpleaños”, un “felicidades”, nada… pareciera que veo detrás de cada hombre que conozco tu imagen burlándose de mí. Me maldices desde ahí, donde estás, sentado, viviendo, y envidio la vida porque no la vivo, la sobrevivo sabiendo que el que me tenía que querer, me desprecia.
Es mucho el daño que me has hecho. Y quiero repararlo, y sólo Dios puede ayudarme en esto. Yo no te quiero en mi vida, sinceramente. Sí, te he extrañado, pero no a ti, si no a lo que se supone que fueras. Admiro a mi madre por ver en ti un día la pesadilla que vivo a diario: lo bueno que se supone que fueras. El mundo, la vida, todo es frío. No aprendí a ver lo bello si no por el amor de Dios en mi vida. No fue por ti.
Qué ignorante eres. Yo sé que no te levantas cada día pensando en fastidiarme el alma. Parece que todo para ti es un accidente. Pero ya hoy tuve que tomar una decisión. No puedo tenerte en mi vida. Lo siento. Esto me está dañando, me está deteniendo de crecer como quiero, y yo merezco ser feliz, aunque tarde vine a entender que esa felicidad no viene de ti. Quiero que sepas que hice lo mejor que supe para agradarte, fui buena, pensando que un día vendrías a ver evidencia de todo ello. No valió la pena, no sirvió de nada; sin embargo, me ayudó a saber qué esperar de mí misma.
Ahora, quiero que continúes tu vida como lo has hecho. Yo no tengo que pedirte disculpas porque… porque no. Y tampoco quiero agradecerte nada. No quiero tener ninguna relación contigo. Me haces daño. Y si me libero de ti, podré liberarme de los pasados, presentes y futuros hombres que me dañan también. He llorado tanto que no tengo fuerzas para abrazarte. Aun así te miro, como el mundo me ha mirado a mí desde que nací, a través de ti, como que no tienes sustancia. Te estoy caminando fuera de mi vida, te llevo del brazo para que no te escapes y te metas en lugares desconocidos. No quiero volver a lidiar contigo. Y dejándote afuera, no permito que vuelvas a herirme. Como estás afuera ya no me haces daño. Y sin esa carga emocional y espiritual que tenías (que te acabo de quitar) ya no me amenaza, te perdono. Ya no eres mi padre, ahora eres sólo otro ser humano que comete errores y decide si aprende de ellos o no. No quiero pensar en que si hubiese sido mejor o no. Ya no tienes cabida aquí, lo siento, tengo que dejarte, como me dejaste un día. Con tus mentiras me dejabas llorando en un balcón. Hoy te dejo afuera para que seas el ser humano que nunca vi en ti, que hoy decido hacer de ti, que hoy seguirá respirando sin robarme el aliento. Sé feliz. Vive feliz. No pierdas tiempo, ama a la gente que puedas. Espero que tus días terminen con muchas bendiciones y felicidad. Sé prospero y no vuelvas a cometer los mismos errores si no vas a aprender de ellos. No se vale que yo sí aprendiera de tus tropiezos sin que tú asentaras cabeza. Te dejo, Dios te bendiga. Adiós.
Siempre estas ahí, ¿sabes? Es una cosa que no se va. Tu recuerdo siempre ronda. Trato de ignorarte. No sirve de nada. A estas horas de la madrugada decido confrontarte. Con coraje, creo que con más de lo que imagino. Le tengo miedo a lo que siento por ti. Es probablemente lo más peligroso que cargo, y que no sabía que cargaba. Yo tengo que dejarte, ya no puedo vivir remendando tu sombra. No me sirves de nada, me estás ocupando espacio que necesito para un futuro brillante y exitoso. Tengo que sacarte de mi vida.
Yo no sé cómo comenzó todo esto. Si remotamente cupo la posibilidad de que yo te escogiera. De ser así, estoy segura de que al escogerte tuve más fe en ti que en mí, y quizás eso fue lo que me hizo fracasar. Claro, porque es así como me siento, un fracaso ante la eterna historia de la existencia. Yo creía que serías bueno para mí, pero me echaste al lado. ¿Qué juicio tendré yo para escoger lo bueno para mí, si ni mi padre me salió bueno? Yo no puedo creer que haces lo que haces, que aun vives cuando yo tengo un corazón desangrándose a diario por tu culpa. Eres lo peor que me ha pasado, casi te odio y creo que esto es lo más difícil de admitir. Eres un inútil y me has arruinado la vida. Me has desgraciado. Me haces ver como la mujer más estúpida y odiada del mundo porque no me amas. Y yo que te he amado siempre, sin motivos ni para justificarte. Quizás porque mi mamá quiso que te amara porque ella también te amó un día, como siempre dice. Pero mi vida es un asco por tu culpa. Como quisiera gritártelo, que me has hecho una porquería por no estar a mi lado cuando lo necesité. Tú no entiendes que muchas veces lloré porque no estuviste a mi lado, y aun hoy, a mis 27 años de edad, me sangra el alma pensar en tu olvido y tu indiferencia. Te encontré en un video, tocando tu maldita música. El mundo para ti continuó, ¿verdad? Y yo me jodí, pensando en lo difícil que sería la vida porque tú no estuviste a mi lado para defenderme de las tantas cosas que aun me asustan en el mundo. Soy una cobarde porque no me enseñaste las cosas importantes de la vida. No sé salir, no sé interactuar, no puedo tener amigos sin sentir su sinceridad y es porque cada día desconfió de ti y siento cómo me traicionas cada día. Maldito seas mil veces, porque me condenaste la existencia…
Yo no puedo amar bien, es casi una discapacidad para mí amar. No encuentro hombre que me ame por tu culpa, porque eres un maldito necio que me maldijo con su abandono. ¿Qué hombre, por Dios, puede ver lo bueno en mí si ni tú puedes? Me desgracias, te lo juro, cada día de mi vida. Eres lo peor que me ha pasado. Me parezco a ti y parece que Dios trató de hacerte un favor al hacerme una buena persona. Aun te molesta que me tienes que pagar dinero pero, ¡puñeta! si tú nunca estuviste ahí para mí. ¿Te acuerdas cuando decías que venías a visitarme y nunca lo hacías? ¿Te acuerdas? ¿Cuando me mentías a diario, dejándome esperarte todos los días? Yo soñaba contigo, eras lo más preciado para mí. Yo hubiese muerto por ti, hubiese dejado a mi madre por ti.
Me duele tanto tu abandono. Es algo que me tiene con dolor aun cuando casi soy toda una profesional. Pero ¿pa qué? A ti no te importa. No valgo nada para ti, aun cuando soy buena y hago cosas que están fuera de mi capacidad para mejorar el mundo, si se puede decir así. Me rompiste el corazón, siento que arrastro mi cuerpo y mi alma con todo el peso del mundo porque no te tengo a mi lado. Nunca te tuve, y esa fue la pérdida más grande de mi vida. Si la gente entendiera lo mucho que sufre sin ti. Yo hubiese querido que la vida fuera tan diferente.
En fin, creo que no te escogí. Y aun así, te sientes obligado a pagarme dinero, pero no a amarme. La vida continuó para ti, pero para mí se quedó en la barriga de mi madre, buscando tu permiso de amor para poder nacer y ser aceptada por el que se supone fuera el hombre de mi vida. Se supone que tú me quisieras, que me abrazaras cuando tuviera miedo. Se supone que respondieras a todas mis dudas. Me siento avergonzada de no saber cosas que debería saber, porque no me las enseñaste. ¿Tú crees que todo lo que he ganado en la vida vale lo que parece? Para los demás sí, pero para mí no. Una vez, te acuerdas, te llevé un trofeo que gané, y lo único que hiciste fue virarme la espalda. Me devolviste las fotos que te mandábamos cuando estaba creciendo. Esto te quedo cabrón, ¿oíste? Fue la falta de respeto más grande que he recibido en mi vida, y vino de ti, que fue lo peor. Ningún hombre me ha amado porque tú no me amaste. Eso era lo único que yo quería de ti, que me amaras. Chico, si hasta tu apellido cargo, no seas tan ingrato conmigo.
¿Qué te hice yo para vivir así, con esta pena y este dolor desgarrante? Hija de nadie… miran y lo que ven es a través de mí, porque tu amor nunca estuvo conmigo. Al mundo jamás le importé porque no te importé a ti. Me desgraciaste la vida. Y ahora aquí estoy, sentada a mis 27 años, llorando porque mi papá jamás me quiso. Jamás me respondió una carta que le escribí cuando tenía 10 años. Jamás me cumplió las promesas que hizo, ni vino a verme aun cuando llamaba y decía que estaba en Puerto Rico. Perdí a mi hermano y tú no estuviste para consolarme. Mi madre se puso mal por eso y tú no me apoyaste en mi soledad. Mi abuelito se mató, que aun me duele tanto, y para ti es mierda, todo es mierda para ti. Yo que sigo perdiendo en la vida. A mí, ¿qué me hace ser poeta, escritora, maestra, ser humano, si el que me hizo me desprecia??? La batalla más grande la perdí antes de nacer. ¿Por qué tuve que nacer de un hombre que no me quería? ¿Por qué tengo que vivir mirando al espejo a diario sabiendo que al hombre que me parezco no le parezco nada bueno? ¿Qué clase de mujer soy cuando ni mi propio padre me reconoce? ¿Qué soy ahora, que sangro todos los días porque no me amas? Vivo a la sombra de todos y todo por tu culpa, porque no me hiciste crecer con tu amor, y tuve que crecer con las migajas de amor que caían de la compasión de otros.
¿Qué es la vida sin ti? Esto, lo que escribo, los éxitos que conquisto. El día a día es mi mayor victoria. Aprendí a vivir defendiéndome del mundo a solas, sin tus hombros ni palabras de aliento. Jamás he oído una palabra de aliento tuya, nunca un “feliz cumpleaños”, un “felicidades”, nada… pareciera que veo detrás de cada hombre que conozco tu imagen burlándose de mí. Me maldices desde ahí, donde estás, sentado, viviendo, y envidio la vida porque no la vivo, la sobrevivo sabiendo que el que me tenía que querer, me desprecia.
Es mucho el daño que me has hecho. Y quiero repararlo, y sólo Dios puede ayudarme en esto. Yo no te quiero en mi vida, sinceramente. Sí, te he extrañado, pero no a ti, si no a lo que se supone que fueras. Admiro a mi madre por ver en ti un día la pesadilla que vivo a diario: lo bueno que se supone que fueras. El mundo, la vida, todo es frío. No aprendí a ver lo bello si no por el amor de Dios en mi vida. No fue por ti.
Qué ignorante eres. Yo sé que no te levantas cada día pensando en fastidiarme el alma. Parece que todo para ti es un accidente. Pero ya hoy tuve que tomar una decisión. No puedo tenerte en mi vida. Lo siento. Esto me está dañando, me está deteniendo de crecer como quiero, y yo merezco ser feliz, aunque tarde vine a entender que esa felicidad no viene de ti. Quiero que sepas que hice lo mejor que supe para agradarte, fui buena, pensando que un día vendrías a ver evidencia de todo ello. No valió la pena, no sirvió de nada; sin embargo, me ayudó a saber qué esperar de mí misma.
Ahora, quiero que continúes tu vida como lo has hecho. Yo no tengo que pedirte disculpas porque… porque no. Y tampoco quiero agradecerte nada. No quiero tener ninguna relación contigo. Me haces daño. Y si me libero de ti, podré liberarme de los pasados, presentes y futuros hombres que me dañan también. He llorado tanto que no tengo fuerzas para abrazarte. Aun así te miro, como el mundo me ha mirado a mí desde que nací, a través de ti, como que no tienes sustancia. Te estoy caminando fuera de mi vida, te llevo del brazo para que no te escapes y te metas en lugares desconocidos. No quiero volver a lidiar contigo. Y dejándote afuera, no permito que vuelvas a herirme. Como estás afuera ya no me haces daño. Y sin esa carga emocional y espiritual que tenías (que te acabo de quitar) ya no me amenaza, te perdono. Ya no eres mi padre, ahora eres sólo otro ser humano que comete errores y decide si aprende de ellos o no. No quiero pensar en que si hubiese sido mejor o no. Ya no tienes cabida aquí, lo siento, tengo que dejarte, como me dejaste un día. Con tus mentiras me dejabas llorando en un balcón. Hoy te dejo afuera para que seas el ser humano que nunca vi en ti, que hoy decido hacer de ti, que hoy seguirá respirando sin robarme el aliento. Sé feliz. Vive feliz. No pierdas tiempo, ama a la gente que puedas. Espero que tus días terminen con muchas bendiciones y felicidad. Sé prospero y no vuelvas a cometer los mismos errores si no vas a aprender de ellos. No se vale que yo sí aprendiera de tus tropiezos sin que tú asentaras cabeza. Te dejo, Dios te bendiga. Adiós.
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