Guerra y amor
Al que entre mis letras se esconde
y me responde en fenómenos.
Ese que alberga en mí
y le tiene al mundo miedo,
el mismo miedo que siento,
y que por eso intangible es.
Al que corrió sobre el Pegaso,
y lo encerró en el universo,
el que nació con el viento
y en tempestad se deja sentir,
el que inventó la palabra Soledad
sólo para estar junto a mí.
A ése le digo, ¡hazte carne de una vez!
Levántate entre el polvo de mis sueños,
y mira mis brazos extendidos
que cansados de esperarte se han deformado.
Mira la puerta de mi boca, pues ella
te pronuncia y te trae a la vida.
Recojamos flores en cada ser humano,
hagamos reír al Sol y la Luna,
saciemos la sed de los ríos y los mares.
Transformemos al imposible en pretérito,
seamos más grandes que el arcoíris
y enseñémosle qué es realmente el color.
Y después de esto, obsérvame.
¡Cómo he envejecido esperándote!
Te he llamado desde la profundidad
y amplitud de la existencia en mí.
Te formé de mi costilla,
te deseé en mi corazón.
A ti, luz de fondo desconocido,
mi cenit, mi morder de labios,
la verdadera belleza de mi vida.
El recuerdo de mi humanidad,
el desangrar y sanar de la vida,
a ti te llamo guerra y amor.
Te llamo, y suplico en lenguas
que llegues, que nazcas de una vez.
Tócame con el brillo de una estrella,
bésame centrífugamente,
acuérdame todos los días de siempre
lo mucho que el amor aprendió de nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario