
Estimado distinguido:
Como usted nunca leerá esta carta, me daré la libertad de expresarme como me dé la gana, siendo yo la autora y la primera lectora de la misma. ¿Por qué me dirijo a ud., destinatario imposible? Bueno, porque su posición de poder y fama lo alejan increíblemente de mí y de todos los que somos humanos. Ud. ha generado en mí los más tormentosos sentimientos; desde una lenta agonía hasta un coraje iracundo. Me sorprende que tenga ese dominio de mis emociones, puesto que ud. no es nadie en mi vida, ni tan siquiera me ha hablado una sola vez.
En estos días, ni tan siquiera mi madre tiene poder suficiente para decidir cuándo debo o puedo hacer algo. Sin embargo, teniendo yo un deseo desmedido por regresar a mi matriz isleña, ud. se sintió con más poder que razonamiento y se paró en frente de mis planes para interrumpirlos como Dios que se cree. Hace 2 años que no he podido respirar aire boricua por múltiples razones; entre las más importantes está la de trabajar con un sueldo miserable para una institución que cree más en los negocios que en las lenguas, al igual que ud. Llegué a esta ciudad sólo con el propósito de darle honra a mi raza y mi escasa familia; yo soy de las tantas que necesita pelear por obtener la dignidad que la Madre Sociedad no nos quiso otorgar en la niñez. Y aún así, no merezco oportunidades porque soy una simple e insignificante empleada barata ante sus aristocráticos ojos.
¿Por qué hacer que ud. lea esta carta? Las personas que viven en condominios junto con Zeus y Tritón no entienden de nostalgias ni situaciones que no pueden resolverse con dinero. Ud. vaya y vuelva a casa todas las veces que desee, no dejará de ser quien es ni le quitarán de la billetera el cementerio de presidents estadounidenses a un muerto más o uno menos. Yo, aun con mis restricciones, prefiero recordar que salí de un barrio en el que la droga, la deserción escolar y el crimen pasaron a mi diestra y siniestra, pero que luego en mi vida comprendí que los Salmos hablaban de nosotros y no de gentes como ustedes. Yo soy barrio, no me averguenzo, y también soy una jíbara. Soy de las que cree en el sereno y en beber café prieto en un coco. Yo tosté café con mi abuelo y guayé guineos para hacer pasteles también. Yo comí panapenes y bacalao; jamás lo cambiaría por un postre de $20.00 de los que ud. usa para darse un baño. Y este barrio en las entrañas de mi conocimiento no le molesta tanto que ud. tenga poder, porque de donde yo vengo, la política y los desperdicios humanos son amantes. Lo que me da coraje es que ud. ni sepa lo que significa ser humilde, ni mucho menos reconocerlo.
Ud. no me quiso dar una oportunidad; está bien. A mí me duele, pero cuando yo termine con mi carrera, ud. se va a tener que sentar en la fila de atrás con aquellos personajes que un día me leyeron al revés. Para ud. lo que está escrito en un panfleto susceptible al fuego y las críticas vale más que lo que el alma me pide. Ser humano no es fácil, pero prefiero ser de carne y hueso que ser de dólares y lujos. Las herencias concretas los buitres se las reparten, pero lo que yo deje en este mundo sólo los de mente fructífera podrán repartir y apreciar.
Ud. no me conoce. Y sepa que no me interesa que me conozca. Continuaré siendo un punto en esta institución, porque sin puntos no hay oraciones completas. Yo voy a completer lo que trató de interrumpir. Ud. no va a durar para siempre, ni su bolsillo tampoco. Sí, vaya a su casa, viaje (porque ud. puede), bese a su familia y comparta con ella. Antes de abrir los regalos o de celebrar el año Nuevo, recuerde decirle a su familia que heroicamente ud. se le atravezó a una puertorriqueña para que no pudiera compartir con su mamá ni con sus seres queridos. Y siéntase orgulloso cuando lo haga, porque será la última vez que ud. haga algo que obtendrá el resultado deseado en mí.
¡Qué pobreza de espíritu! Parto de ud., no quiero que, hablándole y escribiéndole, le preste la atención que yo nunca mendigaría de ud. Y por favor, déjeme en paz y váyase donde su respingada nariz le conduzca. Me retiro a hacer penitencias mentales por dedicarle 20 minutos a un hereje de la santa Humanidad.