
Este ensayo es parte de una carta que escribí para una persona hace algún tiempo. Espero que pueda servirte de guía y ayuda en momentos de dificultad, y que puedas aprender de ello para un mejor bienestar comprensión de la vida.
Después de algún tiempo de reflexión e introspección, he comprendido que el amor es más grande de lo que nosotros imaginamos. Yo no sabía que el amor es el origen de todos los sentimientos en esta existencia. Al decir esto, es obvio que ando incluyendo TODO lo que se siente. Es irónico, pero cuando una persona tiene sentimientos no tan bondadosos, definitivamente fue porque sintió amor en un inicio. La explicación consiste en echarle un vistazo al libre albedrío: el hombre transforma lo siente para que beneficie sus propios intereses. Mucha gente decide sentirse diferente para justificar su actitud ante la vida. Por eso es que también se dice que el amor lo arregla todo: con él se inicia, pasamos la vida tratando de dilatarlo o contraerlo, de transformarlo o modificarlo. Al llegar el momento de sincerarnos con nosotros mismos, hallamos que el amor siempre ha estado ahí, o sea, el amor es eterno mientras existan seres humanos que puedan reconocerlo. Lo triste es cuando personas deciden vivir ignorándolo, morirán con remordimientos por despreciar una vida, puesto que también el amor es vida.
También entendí lo siguiente: nosotros somos responsables por nuestros sentimientos. Varios individuos andan por la vida echando culpas a otros individuos por su estado sentimental. Esto nuevamente es una justificación. El ser humano tiene la capacidad de responsabilizarse por lo que siente y cómo manejarlo, cómo proyectarlo hacia los demás y cómo mantenerlo o deshacerse de ello. Tú y yo sabemos que los que deciden amar sufren muchísimo, pero está en nosotros decidir cuánto más o cuánto menos sufriremos por X o Y motivo. Además, no solamente están el amor o el odio como sentimientos. Realmente el tema es mucho más complejo que eso. ¿Qué me dices de la indiferencia, el miedo, la felicidad, la alegría? El frío y el calor, aunque muchos piensen que no, también son sentimientos. Y nuevamente recae en nosotros la responsabilidad de elegir qué es lo que albergaremos en nuestros corazones: lo bueno, lo malo o lo intermedio…
Ahora, otra realidad cruda. El tiempo es eterno, pero nuestra mentalidad no. Cada día vamos cambiando de pensamiento, de opinión, de apreciación a todo lo que nos rodea. Somos seres tan poderosos que podemos cambiar de un momento para otro la dirección o el rumbo de nuestra energía vital. Podemos manipular nuestra trayectoria, pero no nuestra existencia. Por lo tanto, debe hacerse lo mejor de ello para que nunca se diga que nuestro tiempo fue uno desperdiciado e inútil. Sale a flote nuevamente nuestra responsabilidad como entes pensantes y racionales para hacer decisiones. Tenemos todo el tiempo del mundo para hacer todo lo que queramos, pero nosotros en la tierra somos solamente una oportunidad, una sola. Tiempo invertido no vuelve, jamás regresará de la misma manera. Aunque nos llegue tiempo de sobra, no se podrá emplear nunca más de la misma forma.
Esto lleva a un cuarto aspecto: las oportunidades. Un claro ejemplo de las oportunidades se observa en las plantas. Todos los días tienen la oportunidad de lucir mejor, de absorber sol y agua, de respirar. En otras ocasiones, incidentes que no pueden controlar hace que pierdan miembros de su organismo como hojas, pétalos, raíces, frutos, entre otros. Una planta que ha perdido una rama aprovecha nuevamente el tiempo y de forma fascinante regenera su rama. Debe hacerse la observación de que la rama no crecerá igual que la perdida, pero crece, se repone, ocupa el lugar de la anterior. Mejor aún, a veces hasta nacen más ramas y más hojas de la misma planta, claro está que esto se logra por el empeño de la planta. Así somos nosotros en la vida. No podemos reponer con exactitud si hemos perdido algo, pero al reconocer lo perdido y esmerarnos en trabajarlo, se puede lograr salir airoso de la pérdida. Cuando cometemos errores, también hay nuevas oportunidades para rectificarnos y demostrar nuestras verdaderas intenciones. Solamente debemos ser genuinos con nosotros mismos.
Sé que no estoy diciendo nada nuevo debajo de los cielos. Claramente estos principios son bíblicos. Pero no es lo mismo leerlo de un libro que verlo sin obstrucciones desde la mente y el alma. Al apropiarnos de enseñanzas personales, crean un gran impacto en la vida y nos transforman. Desde entonces no he vuelto a ver la vida de la misma manera.
Yo creo en el perdón, el amor, la esperanza, la fe. Cuando el apóstol Pablo escribió que de las últimas tres el amor era la más excelente, lo dijo por lo siguiente: podemos perder las esperanza en alguien y dejar de tener fe en una persona, pero esto no es suficiente como para dejar de amarla. El amor es excelente, y lo mejor es que jamás pierde la esperanza de que los seres humanos se acojan a él. La fe es ciega y el amor logra ver más de lo que ella ve. La esperanza tiende a debilitarse, pero el amor habita en la profundidad de cada corazón con el potencial de regenerar cualquier esperanza.
El amor, si no es incondicional, no es amor. Si espera algo a cambio, tampoco lo es. La forma más fácil de identificarlo es en el silencio. Este sentimiento posee algo que muchos considerarían un defecto, y es que nos habla en voz muy baja. Nos dice la verdad que nadie puede pronunciar, pero que sólo tú tienes la fortaleza para oír. Nos diagnostica nuestros pesares y le pone nombre a cada lágrima que engendramos. Pero jamás nos deja, porque es verdadero y genuino. Si pensamos que algo era amor, pero al otro día ya no está entre nosotros, jamás lo fue.
El amor es el único que se entiende con el tiempo, nosotros no podemos entendernos con él. Desde siempre han estado de la mano, han sufrido y llorando juntos los grandes desastres de la vida, pero no cesan de existir. Así deberíamos ser, fuertes como el amor y el tiempo, dejando huellas en la eternidad universal, aunque sea en nuestro propio universo.